domingo, 16 de diciembre de 2007


Es bien sabido que todos los individuos poseen unas necesidades y unos deseos. Evidentemente, todos esos individuos quieren (o tienen voluntad en) ver satisfechos todas sus necesidades y todos sus deseos. Para satisfacer todas esas necesidades y esos deseos se necesitan una serie de bienes (materiales o inmateriales). Si esos bienes se encuentran disponibles en grandes cantidades en la naturaleza, o son inagotables, no existe ningún problema económico que resolver, pues cada individuo puede hacerse con toda la cantidad de ese bien que quiera para satisfacer esas necesidades y esos deseos.




El problema económico surge cuando algun o de los bienes demandados es escaso.


¿Qué hacer en este caso?


La solución no es fácil, pues es seguro que algunos deseos y algunas necesidades no quedarán satisfechas convenientemente, por lo que habrá insatisfacción de los individuos perjudicados por ese sistema de reparto.


Para establecer un buen sistema de reparto de los bienes escasos debemos juzgar la conveniencia de cada una de las posibles opciones. Ese juicio de valor se debe basar, obviamente, en un sistema de valores, que es propio de cada individuo, por lo que hemos de esperar que no todos estén de acuerdo con nuestro sistema de reparto, ya que no todos compartirán nuestro sistema de valores. Por tanto, si queremos proceder de una manera racional, debemos empezar por analizar cada uno de los valores (o referentes éticos) que se nos ocurran, y juzgar su importancia relativa con respecto al resto de referentes éticos. Una vez puestos esos valores por orden de importancia, podremos comenzar a resolver nuestro problema económico.

No hay comentarios: